
Se han escrito miles de libros relacionados con la nutrición, las redes sociales están repletas de consejos, parece que ya queda poco por decir, y es verdad. Sabemos que la alimentación es una de las bases de nuestra salud y bienestar y, sin embargo, a pesar de toda la información de la que disponemos, la descuidamos, no respetamos nuestro propio equilibrio natural. En general no es por falta de conocimiento, el cual está al alcance de cualquiera a través de especialistas que nos guíen, sino más bien a la falta de consciencia que nos hace estar desconectados de nuestro cuerpo y no darnos cuenta de que el maravilloso mecanismo que es el cuerpo humano necesita ingerir los nutrientes adecuados y evitar las sustancias que lo dañan.
La palabra “dieta” en la práctica cotidiana no la relacionamos tanto con la salud sino con la estética. En general hacemos dieta, no tanto para estar más sanos sino para estar delgados y vernos estéticamente mejor. La realidad es que si no nos duele nada no nos preocupamos mucho por la salud, y no somos conscientes de que la salud es mucho más que la ausencia de enfermedad.
Dieta deriva de la palabra griega “diaita” que significa “régimen de vida”, es decir, la palabra dieta desde el punto de vista de la Grecia clásica va más allá de la idea de comer bien, hace referencia a un estilo de vida o a una forma de vivir saludable y consciente, en la que no sólo se contempla una alimentación saludable sino también el ejercicio físico y unas las relaciones sociales sanas. Este “régimen” estaba orientado a mantener la armonía de un sistema.
Mi consejo es que elijas comer conscientemente, que comas principalmente para nutrirte y fomentar tu salud. No se trata ahora de hacer cambios drásticos, sino de ir introduciendo poco a poco hábitos saludables. Aprende a escuchar tu cuerpo y empieza a tomar consciencia de qué es lo que comes y cómo te sienta tanto física como emocionalmente.
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